He estado leyendo, a pedazos, un libro de Paul Auster llamado La invención de la soledad. La primera parte del libro es un texto, que imagino autobiográfico, sobre la muerte del padre (del escritor?) es un texto que da la sensación de ser escrito de una sola vez, como si hubiera urgencia de escribir y describir antes de que la muerte acabe con el recuerdo. La segunda parte del libro son fragmentos que hablan sobre la soledad, la memoria y sucesos que parecen darle a la vida un cierto sentido literario. De esta parte del libro me encuentro con un análisis sobre la diferencia entre la vida real y un relato:
"En un trabajo de ficción, se da por sentado que hay una mente consciente detrás de las palabras de una pagina; pero ante los acontecimientos del así llamado mundo real, nadie supone nada. La historia inventada está formada por entero de significados, mientras que la historia de los hechos reales carece de cualquier significación más alla de si misma. Si un hombre dice: «me voy a Jerusalén», uno piensa para si: «que bien, se va Jerusalén». Pero si el personaje de un libro pronunciara esas mismas palabras, la reacción que produciría no seria en absoluto la misma. Para empezar uno pensaría en el propio Jerusalén, su historia, su papel religioso, su función como lugar mítico. Reflexionaría sobre el pasado, el presente (la política, lo que es igual que pensar en el pasado inmediato) y el futuro, como en la frase «el año próximo en Jerusalén».
Ademas un relacionaría estos pensamientos con lo que supiera del personaje que va a Jerusalén y usaría esa síntesis para sacar nuevas conclusiones, refinar la percepción y tener una idea más convincente del libro en su conjunto, Y luego, una vez acabada la lectura, con la última página leída y el libro cerrado, comenzaría las interpretaciones psicológicas, históricas, sociológicas, estructurales, filológicas, religiosas, sexuales, filosóficas; por sí solas o en diversas combinaciones, dependiendo de las inclinaciones de cada uno. A pesar que es posible interpretar la vida real por medio de cualquiera de estos sistemas (después de todo la gente acude a sacerdotes y psicólogos e incluso a veces intenta comprender su vida en términos históricos), no produce el mismo efecto, Falta algo: el esplendor, la idea global, la ilusión de la verdadera metafísica. Uno dice: «Don quijote es una conciencia que se trastorna en el reino de lo imaginario»; pero luego mira a una persona loca en el mundo real (A. por ejemplo, a su hermana esquizofrénica) y no dice nada. o tal vez se refiere a la tristeza de una vida malgastada, pero nada más."
Este texto me hace pensar en como, cada vez más, se intenta que la vida tenga un sentido no tanto literario, pero si cinematográfico, algún tipo de inicio (escuela, negocio etc.) avance (trabajo, noviazgo) puntos culminantes (tener dinero, esposa) y un final que ninguno imagina como la muerte, si no como un momento de continua felicidad.